El café y sus beneficios para la salud
Hoy en día, el café es una de las bebidas más consumidas por la población adulta, sin embargo su consumo ha sido controvertido desde siempre. En este blog, vamos a ver si es o no una bebida saludable. El café que bebemos está formado por una serie de componentes biológicamente activos y antioxidantes destacando: ácido caféico, ácido clorogénico, ácido vanílico, metilxantinas, cafeína y derivados de él (ácido propiónico, ferúlico, m-cumárico, hipúrico). Varios de estos compuestos se han relacionado con niveles más bajos de inflamación en el organismo que a su vez protegen de la oxidación de las partículas de colesterol-LDL. De esta manera, contribuyen al control del colesterol sanguíneo y podrían disminuir el riesgo de formación de placas de ateroma, consecuencia directa de la oxidación y acumulación de estas partículas en las arterias. Diversos estudios asocian los componentes del café a una mejora de la sensibilidad a la insulina y en consecuencia, de la Diabetes Mellitus tipo II. Se ha comprobado como la cafeína es un componente que contribuye a disminuir la resistencia a la insulina pero no es el único, puesto que en el caso del café descafeinado, también se ha visto mejoría en la función de las células beta-pancreáticas productoras de insulina. Respecto a las enfermedades cardiovasculares, existen investigaciones que avalan una reducción de su riesgo cuando se ingiere café habitualmente. Se ha observado como el consumo de 3-4 tazas de café al día contribuyen a reducir el riesgo de muerte cardiovascular si se acompaña de una dieta saludable y ejercicio físico moderado. Es decir, por sí solo nunca será un factor determinante pero sí una ayuda saludable. En el caso del cáncer, la asociación es mucho más débil por el momento y en la gran mayoría de los estudios no se encuentra una relación fuerte. Los niveles altos del ácido clorogénico que contiene, se ha comprobado en modelos animales de laboratorio como ayudan a la supresión de radicales libres y luchan contra los carcinógenos ambientales de forma efectiva. Esto es gracias a la activación de rutas moleculares como NF-κB, AP-1 y MAPK.